martes, 28 de marzo de 2017

Los Hijos

En este mes  reflexionamos acerca de los hijos en la familia.



 
LOS HIJOS SON UN DON

La alegría de los hijos estremece el corazón de los padres y vuelve a abrir el futuro. Los hijos son la alegría de la familia; NO  son una posesión de los padres.

Los hijos son un DON, un regalo. Cada uno es único e irrepetible y al mismo tiempo, está unido a sus raíces. Son diferentes, pero todos hijos. Se ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o  porque tiene tal o cual cualidad.

LA GRATUIDAD DEL AMOR



La experiencia humana de ser hijo e hija, nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor.

Es la belleza de ser amados ANTES, como el amor de DIOS que siempre nos ama antes, sin haber hecho algo  para merecerlo.

En el alma de cada hijo, Dios pone el sello de este amor, que es el fundamento de su dignidad personal, que nada ni nadie podrá destruir.

Dios, Nuestro Padre Celestial, nos deja libres, pero nunca solos. Si nos equivocamos Él continúa siguiéndonos con paciencia, sin disminuir su amor por nosotros. 

Él no  da  pasos atrás  en su amor ¡¡jamás!! Va siempre adelante  y si es preciso nos espera,  porque Él quiere que sus hijos sean intrépidos y den pasos hacia adelante




Los hijos no deben tener miedo al compromiso de construir un mundo nuevo, es justo que deseen que sea mejor al que han recibido, pero deben actuar sin arrogancia y sin presunción.
Hay que reconocer el valor de los hijos, y se debe honrar siempre a los padres.

Una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor; cuando no se honra a los padres, se pierde el propio honor; existe el riesgo de formar sociedades deprimidas, que ven a los hijos como si fueran un peso y una preocupación.
La procreación de los hijos debe ser responsable como lo enseña la encíclica humanae vitae del beato Pablo VI; pero tener más hijos no puede ser considerada automáticamente una elección irresponsable.

No tener hijos, por considerarlos un estorbo para mis planes, es una elección  egoísta.
La vida se rejuvenece y adquiere energías multiplicándose; se enriquece, no se empobrece.


Este vínculo virtuoso entre las generaciones, proviene de Dios mismo, y es garantía de una historia verdaderamente humana.

 
Que  Jesús, el Hijo eterno, convertido en hijo en el tiempo, nos ayude a encontrar el camino de esta experiencia humana tan sencilla y tan grande que es ser hijo.



(Cf. Papa Francisco, Catequesis de la familia,
11 de febrero del 2015)





jueves, 2 de marzo de 2017

El Padre (2ª parte)

San José,  modelo de padre

En este mes continuamos con la reflexión del padre y su importancia en la familia.


San José fue tentado de dejar a María, cuando descubrió que estaba embarazada; pero intervino el ángel del Señor que le reveló el designio de Dios y su misión de padre y José, hombre justo, «acogió a su esposa» (Mt 1, 24) y se convirtió en el padre de la familia de Nazaret.
Al igual que San José; los padres de hoy estamos llamados a estar cercanos, escuchando y acompañando a nuestras esposas y a nuestros hijos.


Consejos del Papa Francisco a los Padres



Padres Cercanos

El padre debe ser cercano a la esposa, para compartir todo, alegrías y dolores, cansancios y esperanzas.
El padre debe ser cercano a los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando tienen ocupaciones, cuando son despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando son pensativos y callados, cuando se lanzan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando vuelven a encontrar el camino.

Padres pacientes

Cuando nuestros hijos crecen, es inevitable que enfrenten situaciones difíciles y tentaciones en su camino.

Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar desde el fondo del corazón.

La oración del “Padre nuestro”, enseñada por Jesús, es nuestra guía para vivir la paternidad.

Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden valentía y abandonan el campo.

Los hijos necesitan encontrar un padre que los espera cuando regresan de sus fracasos.

Rigor y firmeza, antes que complicidad y protección.

“Te di un testimonio de rigor y firmeza que tal vez no comprendías, cuando hubieras querido sólo complicidad y protección”.


“Un padre sabe bien lo que cuesta transmitir esta herencia: cuánta cercanía, cuánta dulzura y cuánta firmeza. Pero, cuánto consuelo y cuánta recompensa se recibe cuando los hijos rinden honor a esta herencia. Es una alegría que recompensa toda fatiga, que supera toda incomprensión y cura cada herida”.

Un buen padre no quiere
hijos iguales a sí mismo,
sino hijos sabios y libres.
 
Seré feliz cada vez que te vea actuar con sabiduría, y me emocionaré cada vez que te escuche hablar con rectitud”.

“Y para que pudieras ser así (sabio), te enseñé lo que no sabías, corregí errores que no veías. Te hice sentir un afecto profundo y al mismo tiempo discreto”.




(Cf. Papa Francisco, Catequesis de la familia,

4 de febrero del 2015)