domingo, 30 de julio de 2017

Los Niños Iª parte

En la catequesis de este mes reflexionamos acerca de los niños. En verdad los niños son un gran don para la humanidad, pero a veces son también los grandes excluidos, porque no se les deja ni siquiera nacer.

Por la forma en que son tratados los niños se puede juzgar a la sociedad, no solo moralmente, sino que este trato refleja si esta es una sociedad libre o es esclava de intereses internacionales.



Los niños nos recuerdan que en los primeros años todos hemos sido dependientes de los cuidados y de la benevolencia de los demás. Y el hijo de Dios no se ahorró este paso.  Belén nos comunica esta realidad del modo más sencillo y directo.

Dios no tiene dificultad para  hacerse entender por los niños y los niños no tienen problema para comprender a Dios.



En el evangelio hay palabras  bonitas y fuertes de Jesús sobre los “pequeños”. Este término  de  pequeño  se refiere a toda persona que depende de la ayuda de los demás y en especial los niños. Jesús dice: “te doy gracias Padre Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños (mt 11,25) Jesús invita a sus discípulos hacerse como niños para entrar al reino de los cielos (mt 18,3).

Los niños son una riqueza para la humanidad y para la iglesia,  nos remiten constantemente a la condición necesaria  para entrar al reino de dios; no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda,  amor y perdón.



Los niños nos recuerdan otra cosa hermosa, que siempre somos hijos, incluso cuando llegamos a la edad adulta o de ancianidad,  aún ocupando un sitio de  responsabilidad, o siendo padres, permanece la identidad de hijo. Los niños nos recuerdan que la vida no nos pertenece que es siempre un don y un regalo de Dios.



La mirada de los niños es pura no está contaminada por la malicia, aun con el pecado original, conservan una sencillez interior, tienen la capacidad de recibir y dar ternura.

Ternura es tener un corazón de carne y no de  piedra. Ternura es poesía: es “sentir” las cosas y los acontecimientos.



Los niños tienen la capacidad de sonreír y llorar de manera espontánea, algo que nosotros los grandes a menudo hemos bloqueado, en ocasiones sonreímos artificialmente y no nos permitimos llorar, preguntémonos; ¿sonrío espontáneamente, con naturalidad, con amor, o mi sonrisa es artificial?

Los niños traen vida, alegría, esperanza, incluso  complicaciones. Pero la vida es así. Ciertamente causan también preocupaciones  y a veces muchos problemas, pero es mejor una  sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una  sociedad triste y gris porque se ha  quedado  sin niños.

(Papa francisco: 18 de marzo 2015)