sábado, 29 de abril de 2017

Los Hermanos





El vínculo fraterno tiene un sitio especial en la historia del Pueblo de Dios.  Jesús asume esta experiencia y la lleva a   su plenitud para que vaya más allá de los vínculos del parentesco.


Cuando la relación fraterna se daña



Cuando se arruina la relación entre hermanos, se abre el camino hacia experiencias dolorosas de conflicto, de traición, de odio.

El relato bíblico de Caín y  Abel constituye un ejemplo de esto. Después del asesinato de Abel, Dios pregunta a Caín ¿dónde está tu hermano Abel?, es una pregunta que el señor sigue repitiendo en cada generación. No cesa de repetirse también la dramática respuesta de Caín: no sé, ¿soy yo el guardián de mi hermano? la ruptura del vínculo entre hermanos es feo y malo para la humanidad. Incluso en la familia muchas veces se riñe por pequeñas cosas o por herencias y los hermanos no se hablan más, no se saludan más.

La historia ha constatado que la libertad y la igualdad sin fraternidad puede llenarse de individualidad, incluso de interés personal.

Unidad y Fraternidad



En la familia,  entre hermanos  se aprende la convivencia humana, como se debe convivir en sociedad. La unidad que  se forma entre los hijos dentro del seno familiar nutrido en el afecto y en cuánto es abierta a los demás,   es escuela de libertad y paz.  Es precisamente la familia la que introduce  la fraternidad en el mundo.

La fraternidad en la familia resplandece de modo especial cuando vemos el cuidado, la paciencia, el afecto con que se trata a los hermanitos, hermanitas más débiles, al más pequeño enfermo o con discapacidad.

La Fraternidad Cristiana



Los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben enternecernos; son nuestros hermanos y como tales tenemos que amarlos y tratarlos. Cuando esto se da, los pobres son como de casa, la fraternidad cristiana cobra vida.

Los cristianos vamos al encuentro de los pobres y de los débiles no por una ideología, sino porque seguimos la palabra y el ejemplo del Señor que nos dicen que todos somos hermanos. Este es el principio del amor de Dios y de toda justicia entre los hombres.



Hoy más que nunca es necesario volver a poner la fraternidad en el centro de nuestra sociedad. No privemos a nuestras familias, con una actitud superficial, por sometimiento o miedo, de la belleza de esta experiencia fraterna de hijos e hijas; descubramos la amplitud de horizonte que la fe es capaz de sacar de esta experiencia, iluminados por la bendición de Dios.

(cf. Catequesis Papa Francisco, Catequesis de la familia, 18 de febrero de 2015)